¿Qué lugar tiene el AMOR en un mundo como el nuestro?
En estas fechas en la que nos deseamos mucho amor los unos a los otros y hay cierta predisposición a “quererse” hago una reflexión que quiero compartir con vosotros.
La reflexión trata de cuanto creemos que queremos a los demás y cuanto a nosotros mismos.
La búsqueda del amor se inicia desde el momento en el que nacemos. Estamos rodeados de personas que nos cuidan y a la vez nos modelan a todos los niveles, heredando su sistema de creencias y su modo de hacer.
Nuestra vida adulta, la pasamos en gran medida con otros: personas, animales, mundo virtual y personas del pasado que habitan nuestro mundo subjetivo, como recuerdos. De manera que nunca estamos solos, ni siquiera estando en soledad.
El hecho de que nuestra vida esté tan íntimamente relacionada con otros, hace que tengamos muy desarrollada la cualidad del apego. Y a esto es lo que llamamos amor, seguir haciendo lo que hemos visto, repetir lo aprendido y pasar nuestro tiempo con el resto de personas, físicas o virtuales, sin pararnos a pensar si realmente eso es lo que amamos. El apego que tengo a todo con lo que he crecido y que he mantenido en el tiempo, por ser lo único que conozco, me hace pensar que es amor.
Sin embargo, también en estas fechas, oigo mucho la frase, “ojalá mañana despertara y se hubiesen pasado las navidades”, no dejan de existir conflictos entre las personas, familias que pasan por momentos difíciles, que se encuentran en procesos de duelo, acompañando a personas enfermas, en situaciones económicas complicadas y un largo etcétera de posibilidades, pero ni siquiera estas situaciones nos hacen plantearnos qué es el amor y como lo estoy viviendo.
Repetimos y seguimos siempre haciendo exactamente lo mismo, eso sí, deseando siempre mucho amor.
El Amor hay que practicarlo y es una elección de cada uno. Hay que comenzar por uno mismo”La necesidad de aceptarse a sí mismo es un mandamiento de Dios en el Antiguo Testamento: Ámate a ti mismo“.
La decisión de vivir desde el Amor es algo individual, estamos programados de forma innata para el amor. El Amor es libre, e invita sin condiciones a la libertad. En la vida y en la muerte
Trata de observar con otra mirada, de decidir conscientemente lo que quieres hacer y de practicar el amor incondicional. Para hacer esto, solo existe una manera, NO ESPERAR NADA.
No necesitamos que alguien esté presente para quererle, que nos sonrían para sonreír, que nos saluden para saludar. Analicemos el dolor que nos producen determinadas situaciones
- Duele la muerte, porque nunca vas a volver a obtener respuesta del ser querido. No habrá más abrazos, miradas, conversaciones.
- Duelen las reuniones familiares porque no recibes la respuesta que esperas acerca de la organización del evento, quién viene, donde nos juntamos, qué preparamos…
- Duele la amistad porque envías un mensaje y no recibes respuesta, en el tiempo y la forma que deseas.
- Duelen las relaciones de pareja, porque cuando dices “Te Quiero” esperas que la otra persona te devuelva “Te Quiero”, con todas las palabras, a poder ser.
Por lo que el AMOR en nuestro tiempo, tiene que ver con lo que obtenemos a cambio de él y si la respuesta no es la que queremos, consideramos que ya no es amor.
Amemos incondicionalmente, a los que no están por el tiempo que compartimos y a los que están, porque tenemos la oportunidad de seguir compartiendo. Amemos a los otros por quienes son, no por quienes esperamos que sean. Amémonos a nosotros por quienes somos, no por quienes los demás esperan que seamos.
Todos formamos parte de todo. Somos fuente de AMOR, en él, todos nos hemos sentido regresar a la totalidad original.
