Para identificar dónde nace la oscuridad que dificulta ver la luz, hay que tener claridad mental y para eso, hay que poner a “dieta” a nuestra mente.
1. Identifica todos los pensamientos negativos que aparecen en tu mente. ¿se repiten? ¿Cuántas veces los piensas? ¿permites que haya espacio entre tus pensamientos?
2. Observa tus emociones, cuando estás en esa observación. Pon atención a la correspondencia entre tus emociones y pensamientos.
3. Por ejemplo, si estás viviendo una situación de duelo, puedes tener un pensamiento recurrente que te diga “vivir es sufrir” “no merece la pena” “después de todo lo que hemos pasado no ha servido para nada”, todos estos pensamientos generan emociones de tristeza, rabia, ira, desesperación, frustración… esto es normal, si la pérdida está muy reciente, sin embargo, a pesar de que sea muy reciente, pensar así no te ayuda, va poniendo más oscuridad en tu camino y va a hacer más difícil que salgas de ese lugar.
4. Cuando te des cuenta de que estás entrando en ese bucle, cuando te instalas en el negativismo más absoluto, entonces, párate y piensa, es cierto, es una realidad, tengo que vivir sin esta persona, sin este trabajo, en otro lugar, lo que haga referencia a tu pérdida, y observa dónde nace ese pensamiento, ese agobio, esa tristeza. Abre un espacio interno para poder observarlo y cambia la frase, las palabras con las que te refieres a ello, en vez de decir, no merece la pena vivir, di, voy a aprender a vivir para que la vida merezca la pena. Puedes decirte internamente o en voz alta, que lo que piensas, solo son pensamientos.
5. Conviene que, durante los próximos 7 días, todas las mañanas y antes de iniciar tu jornada dediques unos minutos a realizar unas respiraciones conscientes y, a continuación, escribas en un cuaderno: “Durante el día de hoy me comprometo a estar plenamente atento/a a la calidad de mis pensamientos, neutralizando voluntaria y conscientemente todos aquellos que me generen daño”. Al finalizar el día, puedes dedicar unos minutos de interiorización para agradecer a la vida la fuerza y la determinación que te permiten seguir con este proceso de reeducación de tu mente.
El que siembra un pensamiento cosecha una acción, El que siembra una acción cosecha un hábito, El que siembra un hábito cosecha un carácter El que siembra un carácter cosecha un destino. –Proverbio oriental–